Desde hoy, la imagen de los senadores recurriendo al pinganillo para poder entenderse entre ellos será habitual, ya que entra en vigor la reforma del reglamento del Senado que autoriza el uso de todas las lenguas cooficiales del Estado en el debate de mociones.
La medida, que ya levantó polémica cuando fue aprobada el pasado mes de julio con el rechazo de PP y UPN, implica un coste adicional de 12.000 euros por sesión. El hecho de que cada senador pueda utilizar cualquiera de las cuatro lenguas cooficiales -catalán, valenciano, gallego o euskera- obliga a disponer de un equipo de intérpretes que traduzcan simultáneamente las intervenciones de sus señorías, así como los textos que se generan durante la actividad parlamentaria.
En cada Pleno de la Cámara Alta trabajarán siete intérpretes que se dedicarán a traducir al castellano la intervención del orador, pero no al contrario.
En concreto, dos traductores serán los encargados del euskera, tres del catalán y valenciano y otros dos del gallego.
Los presupuestos del Senado para 2011 incluyen una partida de 350.000 euros destinada exclusivamente al uso de las lenguas cooficiales. De ellos, 250.000 son para los Plenos mientras que los 100.000 restantes son para las reuniones de la Comisión General de Comunidades Autónomas -en la que intervienen miembros del Gobierno central y de los autonómicos-, el único ámbito en el que hasta ahora se utilizaban todas las lenguas.