El otoño es policromía de hojas que vuelan sobre el bosque, al recibir la brisa melancólica que escala la copa de los castiñeiros.
El castiñeiro es el corazón vegetal que late en la vieja aldea y la castaña
su fruto. Ambos son la vida y la tradición; y de ellos emanan los ritos
de incierto origen que seguimos cada año, cuando el sol ya no quema.
Es el árbol sagrado que trepa por las laderas desafiando precipicios y es su fruto de sabor único, porque casa con casi todo.
Ya huele a brasa de magosto en la villa próxima y a carro de castañero urbano en la ciudad antigua. La castaña y el fuego son los elementos que dan rigidez otoñal a las esotéricas formas de la magia; las que cuentan los abuelos, inspirados por la llama misteriosa de una lareira.
No es un árbol de río, pero sí de bocaribeira. Al castiñeiro le gusta sentir la humedad de la niebla y la lluvia fina, antes de obsequiarnos con su fruto, la castaña, que vuela para buscar la tierra y morir en el fuego.
Los soutos solo son de castaños y no hay aldea de Ourense o Lugo que no tenga el suyo. Son famosos los soutos de castiñeiros de Trives, que vigilan el discurrir del río Navea, antes de desembocar en el Sil.
El castiñeiro es un árbol milenario, de larga vida. Los ancianos son de tronco hueco. Pero dicen que de ellos sale el mejor fruto.
En toda Galicia abunda la toponimia relacionada con este árbol: hay mil soutelos, souteliños, soutomaiores. Y numerosos apellidos de ilustres… Castaños, castiñeiras…
Esto indica su importancia a lo largo de la historia: porque era el árbol más importante de la vieja aldea:
Suponía y aún supone buena madera para los ebanistas y carpinteros;
incluso sus varas son ideales para la cestería y tonelería.
Es planta medicinal: sus hojas y
su corteza son astringentes contra la diarrea y en infusión valen para
la tos y el mal de garganta. Incluso su flor, la candea, dicen que es el origen de la mejor miel.
Y su fruto, la castaña, fue vital, el principal alimento para la supervivencia de tiempos felizmente olvidados. Hoy, en la moderna gastronomía, ya es otra cosa.
A la castaña le arrebataron protagonismo en las cocinas gallegas el maíz y la patata, traídos hace siglos de América, pero fue el alimento base de cuanto ser humano y cuanto animal doméstico o salvaje habitaba la media montaña de Lugo o de Ourense.
Hoy es postre de otoño y
guarnición de platos elaborados con imaginativas y nuevas formas,
especialmente los que tienen como protagonistas principales a la caza.
Cuando llega el otoño vuelve a
ocupar el lugar que le corresponde en la mesa, en la fiesta e incluso
en las ciudades, en donde pequeños carritos-locomotoras aparecen en la
esquina clave para dejar en el aire el inconfundible olor de la castaña
asada.
Además, la castaña es la
gran protagonista que quiere recuperar su condición de elemento vital en
la economía rural. La Ruta Europea de la Castaña nació con vocación industrializadora, que también crece como vía turística. Y desde algunas zonas de la provincia de Ourense se reclama con insistencia a la Unión Europea la declaración de Indicación Geográfica Protegida Castaña de Galicia.