En el siglo XIX ya se había expandido el trabajo en oficinas y el uso de dependientes y tenedores de libros en escritorios. Todos los documentos eran realizados en forma manuscrita, por lo que cierta correspondencia en cadena, para muchos destinatarios era tarea lenta y tediosa, e insumía muchísimo tiempo al escribiente.
Pero hacía falta mucho más para seguir creciendo en el mundo de los negocios.
Hubo una media centena de inventores que trataban de lograr en distintos lugares del mundo, durante los siglos XVIII y XIX, una forma de escritura mecánica, pero todos los ensayos fracasaron.
Si bien se suponía que existía una patente inglesa de 1714 de una máquina de transcribir e imprimir cartas, realmente el primer proyecto conocido de máquina de escribir fue el "címbalo escribiente" de Giuseppe Ravizza, de 1837 y patentado en 1856.
En 1865 apareció el hemisferio escribiente del noruego Malling Hansen; y en 1866 la máquina del tirolés Peter Mitterhofer.
En el año 1874 se introduce en el trabajo de oficinas, la máquina de escribir Remington con el llamado teclado QWERTY , que fue diseñado por el tipógrafo estadounidense Lathan Scholes en 1873 (quien previamente había inventado una máquina para imprimir los números y a partir de allí desarrolla su modelo, logró realizar unos treinta diferentes ejemplares, pero fallaba la parte mecánica además de ser enormes, aspectos que solucionó la fábrica Remington al adquirir los derechos), y que tenía distanciadas entre sí las letras más usadas en el idioma inglés para dar mayor rapidez al dactilógrafo. El retorno del carro hacía subir el papel hasta la siguiente línea.
Fue en 1876 en que el industrial Philo Remington comenzó a vender las máquinas de escribir con su nombre, después de haber comprado la patente de las máquinas de Scholes, Glidden y Soule, y haberlas adaptado, logrando un menor tamaño y más sencillo manejo.
Posteriormente, avanzado el siglo XX fueron evolucionando, hasta la máquina de escribir eléctrica con memoria artificial. La aparición de la fotocopiadora, el grabador, el fax, la computadora, fueron simplificando y acelerando cada vez más este tipo de tareas.
La máquina de escribir, a partir de 1874 se produjo industrialmente, y su fácil manejo permitió la entrada de la mujer al trabajo de oficina. En el mundo moderno logró ser un factor liberador de la mujer de clase proletaria y media, haciendo que obtuviera cierta independencia familiar y económica. Ofreció una fuente de recursos y a la vez contribuyó más a la independencia personal que las campañas de igualdad de derechos sociales. Aunque llevó a la vez un tiempo, casi en los albores del siglo XX, para que se vieran oficinas pobladas de empleadas oficinistas mujeres.
Constituyó uno de los instrumentos más útiles e indispensables en la oficina moderna del siglo XX, hasta la última década en que fue totalmente desplazada por la computadora.