Según un estudio realizado por la Unidad de Ecología Global, unidad en la que colaboran conjuntamente el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, el aumento de las sequías durante las últimas décadas ha provocado que se haya duplicado la superficie defoliada en la copa de los árboles de los bosques del sur de Europa durante los últimos veinte años.
El trabajo ha sido publicado en la
revista Proceedings of the National Academy of Sciences USA (PNAS). El
investigador del CSIC y director de la Unidad de Ecología Global, Josep
Peñuelas, ha explicado que, tanto en la cuenca mediterránea como en Europa del
sur, el análisis del tiempo meteorológico de larga duración indica que el
cambio climático ha provocado un aumento significativo de la frecuencia e
intensidad de los periodos
de sequía en las
últimas décadas. Esta situación ha supuesto un declive generalizado de la frondosidad en todas las especies de árboles por la menor
agua de la que disponen.
Esta caída de más hojas durante estos últimos años puede afectar, a su vez, a las dinámicas del cambio climático. Los bosques que han incrementado el porcentaje de superficie defoliada verán reducida su capacidad y eficiencia en los procesos de fijación de carbono. Un tercio de las emisiones generadas por la actividad humana son captadas y retenidas por los bosques. Sin embargo, durante los últimos años, algunos estudios han constatado una reducción progresiva en la capacidad de los bosques para retener carbono y las sequías sufridas son una de las causas principales.
Otro efecto que puede provocar la pérdida prematura de las hojas de los árboles del sur de Europa es atenuar la temperatura de los bosques durante los periodos de sequía y los golpes de calor estivales. Cuando el agua se evapora desde los árboles, reduce la temperatura ambiental y disminuye los golpes de calor.
El incremento de las sequías afecta, así mismo, a las comunidades de hongos y animales que dependen de los árboles para su alimentación, lo que los puede llevar al colapso por falta de alimento. Este tipo de colapsos se producen simultáneamente y a gran escala y, según los investigadores, pueden afectar seriamente el riesgo de extinción de numerosas especies endémicas, raras y protegidas que habitan específicamente a la cuenca mediterránea.