
El hórreo es una construcción  típica gallega usada para almacenar las espigas de los cereales y  mazorcas de maíz de las cosechas. Su origen se remonta a la época romana  donde ya existían construcciones similares y su presencia tenía un  caracter de ostentación por parte de quien lo poseía siendo mayor esta,  cuan más largo fuera el hórreo.  El hórreo, también llamado piorno, canastro, cabazo o cabaceiro,  tiene una construción sencilla y de partes bien diferenciadas. Su  cuerpo principal es una cámara de planta rectangular, en la mayoría de  los casos, y ésta puede ser de piedra, madera o mixto piedra-madera. 

En su interior se almacena el grano a salvo de la humedad del suelo  gracias a los pilares de piedra que aislan la cámara del suelo, y a  salvo de los roedores gracias a las peanas circulares invertidas que  tienen las patas, llamdas en galicia "tornarratos". La cámara queda  protegida de la lluvia con un tejadillo de teja donde suele haber  adornos y cruces en las partes más altas. En el laterál de menos ancho  de la cámara existe una puerta para poder acceder al interior. 

Hay quien afirma que la historia del hórreo comenzó con el Imperio Romano (horreum). Sería una tecnología que éste dejó, y que perduró en algunas partes del norte de la Península Ibérica  como un medio eficaz para mantener el grano a salvo de los roedores. Lo  que es seguro es que uno de los nombres actuales de esta edificación  proviene del latín. Sin embargo, la tecnología constructiva básicamente  ya es conocida en estadios civilizatorios muy anteriores a los romanos,  en los propios territorios del Imperio, pero también en muchos otros  lugares del planeta donde aquéllos nunca pisaron. En Europa se  encuentran restos arqueológicos del Neolítico, y de la Edad del Hierro  en las actuales Francia y Alemania, en contextos ligados a la práctica  de la agricultura. 
Una  de las representaciones gráficas más antiguas, también prerromana, se  halla en Valcamónica, norte de Italia, que posee un importante conjunto  de insculturas pétreas, atribuidas a los celtas lepónticos. Por lo tanto  cabe también la posibilidad de que los hórreos del noroeste ibérico  sean prerromanos, hipótesis no descartable, aunque tampoco demostrable a  falta de hallazgos arqueológicos similares por ejemplo a los de la  antigua Galia.

Se  distinguen dos grandes tipos de hórreos; los rectangulares que son  típicos de Galicia, y los cuadrados que lo son de Asturias, León y Cantabria.
Resultan  especialmente conocidos los horreos de la zona occidental de Galicia:  hórreo de Carnota, hórreo de Lira y hórreo de Araño. Son los más grandes  de Galicia con 34, 36 y 37 m respectivamente.

