Un hombre todo nervioso en la sala de espera de la maternidad.
Al momento sale una enfermera y pregunta:
- El señor Martínez por favor.
- Sí, soy yo - dice este señor acercándose.
- Bueno, pues enhorabuena, acaba de ser usted padre de dos niños preciosos - le contesta la enfermera.
- Claro era de suponer con la buena y enorme chimenea que yo tengo - dice el señor.
Se va al enfermera y, al rato, vuelve y llama de nuevo en voz alta al señor Martínez.
Éste se acerca y pregunta todo alterado:
- ¿Ha habido alguna complicación?
- No señor, nada de eso, todo lo contrario vengo a comunicarle que han nacido tres niñas más,
ya es usted padre de quintillizos - contesta la enfermera.
- Ve, ya se lo dije , que yo tengo una chimenea que no puede fallar, que vaya chimenea que tengo, que no hay una chimenea como la mía, cinco hijos, que viva mi chimenea.
- Se me olvidaba - dice la enfermera - pero me ha dicho el doctor que a ver si se limpia usted
la chimenea de vez en cuando que le han salido todos negros.
Al momento sale una enfermera y pregunta:
- El señor Martínez por favor.
- Sí, soy yo - dice este señor acercándose.
- Bueno, pues enhorabuena, acaba de ser usted padre de dos niños preciosos - le contesta la enfermera.
- Claro era de suponer con la buena y enorme chimenea que yo tengo - dice el señor.
Se va al enfermera y, al rato, vuelve y llama de nuevo en voz alta al señor Martínez.
Éste se acerca y pregunta todo alterado:
- ¿Ha habido alguna complicación?
- No señor, nada de eso, todo lo contrario vengo a comunicarle que han nacido tres niñas más,
ya es usted padre de quintillizos - contesta la enfermera.
- Ve, ya se lo dije , que yo tengo una chimenea que no puede fallar, que vaya chimenea que tengo, que no hay una chimenea como la mía, cinco hijos, que viva mi chimenea.
- Se me olvidaba - dice la enfermera - pero me ha dicho el doctor que a ver si se limpia usted
la chimenea de vez en cuando que le han salido todos negros.