A colación de los espárragos
Quien nísperos come y bebe cerveza, espárragos chupa y besa una vieja…
… ni come, ni bebe, ni chupa, ni besa
He de reconocer que no tengo demasiada idea del porqué de este dicho, bonito sí, eufónico si quieren, pero en mí opinión absolutamente falso y carente de sentido.
Por lo menos en lo que se refiere a los alimentos que se mencionan; sin
embargo en lo de besar una vieja lo entiendo mejor. Estoy seguro que a
muchos de ustedes les pasará similar, incluido lo que concierne a la
cerveza ¿no? En este sentido me asaltan pocas dudas.
En realidad lo traigo a colación porque estamos de lleno en la temporada de un alimento que para mí es muy especial. Se trata de los espárragos, uno de los más reconocidos iconos navarros, aunque soy consciente que buenos espárragos los hay en más sitios.
No pretendo ni mucho menos hacer una loa del mismo (no lo voy a hacer con ellos ni con ningún otro alimento tal como dejé escrito en “la falacia de catalogar los alimentos en buenos y malos”) simplemente pretendo destacar la actual, y siempre efímera, temporada
del mismo que se suele iniciar a finales de abril, durar el mes de mayo
y, con suerte, estirarse durante algunos días de junio hasta los
primeros calores estivales fuertes. Me dirán, es posible, que para comer
espárragos ya están los de lata o los de bote durante todo el año… Sí, pero no. En relación con ellos, pocas cosas hay que se iguale a comerse unos auténticos espárragos frescos,
recién cogidos y pelados, recién cocidos, y servidos, si no calentitos
por lo menos tibios. Una buena vinagreta con un afrutado aceite de oliva
virgen o una mayonesa son todos los ingredientes que se necesitan para
disfrutarlos en su esplendor (al menos para mí).
Cuando comemos espárragos, nos aplicamos a los tallos y las yemas de una planta herbácea, la esparraguera, que responde al nombre científico de Asparagus officinalis. Son blancos (a diferencia de los verdes o trigueros) aquellos brotes sobre los que se ha evitado que incida la luz y para ello se recolectan antes de que afloren. A poco que les de la luz, la punta adquiere tonos violetas o púrpuras. Su precio, más elevado
que el de los trigueros, depende en gran medida de esta circunstancia:
Su recolección se realiza a diario, no conoce días festivos, y se
practica temprano por la mañana para evitar que les dé el sol.
Si se animan a comerlos o probarlos, lo que les recomiendo para que los comparen con los envasados y por su puesto para seguir un patrón de alimentación basado en la estacionalidad con todas sus ventajas (sabor, precio, etc.), recuerden un dicho muy común en la ribera de Navarra en relación con el mejor momento para elegirlos: “Los de abril para mí, los de mayo para el amo y los de junio para ninguno”. Ustedes preben y luego me cuentan.
De vuelta al dicho de los nísperos, la cerveza, los espárragos y la vieja, creo que tendré que pedir ayuda a mi compañero Alfred, a ver si se anima a incluir una entrada al respecto de su porqué en “Ya está el listo que todo lo sabe“