El poncho,  inicialmente, consiste en una pieza rectangular de                     tela de lana o tejidos en telares con lana de oveja,  llama, alpaca, vicuña, etc, con una abertura en el centro, por donde se  introduce la cabeza. Hay diversidad de diseños y colores, que suelen  variar de acuerdo a la región y a quienes lo usan. Pueden ser lisos, o  con franjas, o trabajados en lo que hoy se conoce como jackard, y se  realizaban en doble faz en los telares autóctonos.
El poncho latinoamericano, tan difundido en nuestras tierras, especialmente en la región andina, en los llanos colombianos y en las pampas argentinas, se supone que tiene su origen en épocas prehispánicas, debido a hallazgos como el de la momia de Angualasto, en San Juan, Argentina, así como rastros arqueológicos en las costas peruanas. También se hallaron representaciones en vasos retrato de la cultura mochica (0-800 d.C.).
Hay teorías que indican que el poncho es una derivación del "Unca" incaico, especie de chaleco sin mangas con abertura central, que se habría ampliado a túnica para permitir resguardo al andar a caballo.

Esta vestimenta fue  usada por indios, gauchos, mestizos y blancos, y es de uso frecuente  actualmente, tanto en abrigo para el trabajo de los hombres del campo y la montaña, así como prenda de vestir invernal para damas y caballeros de las ciudades.
Fue prenda esencial  para los gauchos que habitaron las llanuras argentinas, quienes se  apoyaban en él para enrollarlo a su mano izquierda en un duelo criollo a  cuchillo, le servía de manta en las frías noches, cuando dormía bajo  algún ombú, y era el abrigo en sus recorridas a caballo.
Entre los gauchos,  usaban distintos nombres para distinguirlos, desde el "calamaco", poncho  de lana de guanaco o de oveja, con predominio del color rojo; el  "pampa", del sur de Buenos Aires y de Río Negro, de tejido basto y sin  color rojo; el poncho "patria", de paño grueso azul, generalmente con el  interior revestido de bayeta roja, era a la vez frazada de los troperos  u otros trabajadores rurales que duermen a la intemperie.
El poncho mexicano,  que se lleva doblado y apoyado sobre un solo hombro, es una manta de  lana o de algodón ribeteado por colores vivos, a la que denominan "el  sarape".
En la zona andina,  el Huañuy era usado como poncho de luto o duelo, está diseñado con  pequeñas franjas rojas que  representaban la sangre del hijo del Sol y  la Tierra; el blanco simbolizaba el espíritu; el negro, los colores azul  y blanco aluden al cielo hasta donde llega el espíritu para poder  descansar.
Cushma es un poncho pequeño, usado para viajar, es color negro o azul marino y en los                     bordes lleva dibujos de colores rojo, verde y blanco.

 
