"Tumbarse a la bartola" significa dedicarse a la holganza, descansar despreocupadamente o descuidar el trabajo y las obligaciones sin ningún remordimiento. En ocasiones se usa para reprochar al que holgazanea cuando aún queda tarea por hacer.
La "bartola" es el nombre con el que popular y jocosamente se designaba a la panza o barriga, especialmente la masculina cuando era de buen tamaño y se mostraba desnuda en todo su esplendor. Así, "tumbarse a la bartola" vendría a querer decir tumbarse a descansar boca arriba haciendo ostentación de la barriga.
"Bartola" hacía referencia a la figura de San Bartolomé, por su diminutivo "Bartolo". Este santo siempre ha estado asociado en el imaginario popular con la holgazanería y el cese de los trabajos. Ello seguramente se debe a que su festividad se celebra el 24 de agosto, fecha que suele coincidir más o menos con el fin de la cosecha y por lo tanto con el parón momentáneo de las actividades agrícolas y el inicio en muchos pueblos de las fiestas y verbenas.
Ya en el siglo XV San Bartolomé era uno de los santos más populares, especialmente en las zonas rurales, y los festejos mayores se realizaban en su honor para celebrar el final de la recolección de las cosechas, época culminante del calendario agrícola y una de las más esperadas del año al abrir un paréntesis de descanso y festividades tras una larga y dura temporada de trabajos. Era el momento, pues, de "tumbarse a la bartola".