En las personas mayores puede identificarse dos formas de recorrer la vejez, una es la pasiva
en la cual la persona acepta el rol impuesto por la cultura y se queda inmóvil
ante los cambios, no les hace ningún cuestionamiento, se circunscribe a una
pequeña área que no le provoca ningún tipo de desafío y de esta forma va
perdiendo la identidad.
La segunda forma de transitar la vejez es de manera activa, es comenzar en
la búsqueda de alternativas, para evitar el achicamiento del universo, aceptar
los cambios pero no recortando los lazos.
Es hacerse cargo de sus limitaciones pero desplegando sus potencialidades,
manteniendo de esta manera la continuidad identitaria con proyectos que lo
motivan a ir por más logros, logrando conservarse como sujeto deseante.
La primera forma crea la adquisición de un envejecimiento patológico, la
segunda la de un envejecimiento saludable.
En el envejecimiento activo el sujeto se desplaza hacia lugares inéditos,
donde es capaz de jugar con las alternativas disponibles, trata de explorar
cosas novedosas y mantiene las viejas que le brindan placer. Construye puentes
hacia la salud, este es un arduo trabajo, que deberá comenzar mucho antes de
sentirse viejo.