Es harta conocida la idea de que un nuevo año es como una página en blanco. Una nueva oportunidad que otorga la vida para alcanzar propósitos materiales, espirituales o intelectuales. El comienzo de ese lapso que los antepasados han llamado año nos llena de esperanzas, ilusiones y deseos de superación, previa reflexión de lo que sí logramos y lo que no pudimos realizar el año anterior.
Algunas de las metas son muy personales y dependen en gran medida del esfuerzo y perseverancia de cada individuo. Hay otros deseos que dependen; además, de la decisión propia, de factores externos relacionados con la condición social y económica del país. Así que muchos de nuestros propósitos están condicionados a que superemos obstáculos generados por la crisis económica, la corrupción, la violencia, la reducción de oportunidades de trabajo, la desigualdad social, etc.
El pesimismo, el culpar a los demás por las metas no alcanzadas, la crítica sin sentido hacia todo lo que no está de acuerdo con nuestro sentir y pensar solamente crea amargura y resentimiento social.
La nación se levanta cuando cada uno de sus habitantes se enfoca en guardar sus creencias religiosas, valorar sus principios morales, respetar a sus semejantes, aprovechar sus talentos y potenciar sus fortalezas. Sin olvidar que nuestros derechos comienzan donde terminan los de los demás.
En 2011 empezamos la segunda década del siglo 21 con grandes expectativas como país. Sin embargo, es posible que gran parte del mal que sufre la patria se reduzca al nicho familiar, entorno donde se inculcan los valores espirituales y morales. Espacio donde primero se deben rescatar los valores y principios que, si caracterizaran a nuestros gobernantes, otro gallo nos cantaría.
El pesimismo, el culpar a los demás por las metas no alcanzadas, la crítica sin sentido hacia todo lo que no está de acuerdo con nuestro sentir y pensar solamente crea amargura y resentimiento social.
La nación se levanta cuando cada uno de sus habitantes se enfoca en guardar sus creencias religiosas, valorar sus principios morales, respetar a sus semejantes, aprovechar sus talentos y potenciar sus fortalezas. Sin olvidar que nuestros derechos comienzan donde terminan los de los demás.
En 2011 empezamos la segunda década del siglo 21 con grandes expectativas como país. Sin embargo, es posible que gran parte del mal que sufre la patria se reduzca al nicho familiar, entorno donde se inculcan los valores espirituales y morales. Espacio donde primero se deben rescatar los valores y principios que, si caracterizaran a nuestros gobernantes, otro gallo nos cantaría.